A literotic sexstories: Bobby and Spanky by LamiaFangs ,
— Mi perro sabe un truco que le enseñó mi hermana, ¿quiere verlo?
— Primero quisiera saber como llegaron los dos hasta aquí y porque no pidieron permiso para pasar a mi casa.
— Yo vine detrás de el — dijo el chico señalando al perro que seguía junto a el sin mover un músculo —. Pero la he estado observando y creo que le va a gustar el truco que sabe hacer mi perro. Se llama Spanky.
— ¿Que me has estado observando y desde cuando? ¿Y que es lo que has visto niño?
— Me llamo Bobby y la he estado observando de noche en su alcoba, la mía queda frente a la suya, y como no cierra la cortina, es fácil verla cuando se masturba con sus juguetes. — quise interrumpir después de escuchar eso pero no me lo permitió y continuo sorprendiéndome con sus comentarios— mi hermana también tiene juguetes y los usa muy a menudo. Por eso le enseñó el truco a Spanky.
¿Y tu que edad tienes, Bobby?
— Yo tengo 12 años y medio, mi hermana Sally tiene 16 acabados de cumplir.
— Bueno, pues me ha dado mucho gusto conocerlos, Spanky y Bobby, ahora quiero que ambos salgan de mi casa por favor y me dejen tomar el sol, so-la.
— no nos ha dicho su nombre, y eso es de mala educación.
— Es mas mala educación entra a la casa de una mujer sola sin tocar la puerta. Y mi nombre es Tisha. — dije yo mientras me levantaba de la silla y trataba de cubrir mi cuerpo con la bata. Quise dar un paso adelante para caminar pero el perro Spanky me lo impidió olisqueando mi entrepierna como es que lo hacen los perros — Hey, eso esta mal, muy mal, Bobby detén a tu perro por favor.
— Seguramente huele bien, el lo siente y por eso lo hace. ¿De verdad no quiere ver el truco que le enseñó mi hermana a Spanky?
— No — respondí de muy mal modo y comencé a caminar hacia mi casa. Ambos, el perro y el niño, me siguieron hasta la entrada de la cocina — Ese animal no puede entrar aquí.
— Es un perro muy limpio y bien educado que se que le va a caer muy bien. Adema de que yo también se un truco que le puede gustar.
— Esta bien, esta bien, me convenciste. Enséñame el truco de tu perro, luego me enseñas el tuyo y se van y me dejan sola y no quiero que vuelvan a aparecer por aquí ninguno de los dos, ¿entendiste?
— Si señorita. Pero para que el truco de Spanky resulte necesitamos que se siente en esta silla por favor y separe un poco sus rodillas.
Yo obedecí y, aun en traje de baño, tome asiento en la silla con las rodillas un poco separadas, el perro se acerco y se sentó muy quieto frente a mí. Spanky era un enorme y hermoso espécimen de doberman golondrino, con enormes orejas paradas y vivos y brillantes ojos negros. Su pelo era corto y brillante y no olía como perro. Es un poco loco decirlo, pero siendo yo una absoluta amante de los perros, ese era un perro muy bien parecido y perfectamente obediente y bien portado.
— Separe un poco más sus piernas y siéntese derecha. — yo volví a acomodarme como Bobby me lo indico y el perro se acerco aun mas a mi cuerpo entre mis rodillas. — Observe lo obediente que es. Spanky — el perro alzo las orejas en señal de atención esperando la siguiente orden — Pussy Spanky, pussy, ahora.
Entonces el perro inmediatamente metió su hocico entre mis piernas buscando mi vagina con su nariz. Yo inevitablemente abrí las piernas al mismo tiempo que trataba de hacerlo hacia atrás pero no me dejo. Con su nariz toqueteo mi pubis y saco su gran lengua y dio un par de lengüetazas al traje de baño haciéndome estremecer. — Wow que pasa aquí. Eso esta muy mal. Bobby, detenlo por favor!
— Es mejor si no se resiste y abre más las piernas. — Indico el chico y repitió la orden al perro — Pussy Spanky, pussy. — el perro insistió con su nariz en el punto exacto de mi clítoris y el chico separo mis rodillas ayudando a su mascota a tener mejor acceso a mi entrepierna. Entonces el perro comenzó a lamer mi pubis como si fuera un manjar suculento. No pude evitar suspirar ante la sensación de su enorme lengua y cerré los ojos. Bobby separo aun más mis rodillas y yo accedí. Spanky golpeaba mi clítoris con su nariz y buscaba la piel debajo de la tela con su lengua. — Es aun mejor si lo deja que la lama sin el traje de baño. Puede hacerlo a un lado nada más, para que Spanky pueda trabajar en usted.
Yo abrí los ojos de pronto dándome cuenta de que eso estaba muy mal y que debía parar. Aunque mi vida sexual sea un poco alocada y exótica y haya visto algunos videos de mujeres haciéndolo con perros y otros animales, yo personalmente nunca había estado involucrada en actos similares, aunque, según parecía, esa iba a ser mi primera vez pues Bobby y su perro Spanky estaban decididos a hacerme perder la cabeza, e insistieron: uno con pequeñas mordidas sobre mi ropa justo a la altura de mi súper hinchado clítoris, nublando mis sentidos; y el chico con sus comentarios y sus trucos.
— Mientras Spanky trabaja con usted, yo puedo enseñarle el truco que puedo hacer. ¿Quiere verlo?
— No se si pueda verlo Bobby, tengo los ojos cerrados por culpa de tu perro. — respondí sarcástica
— Si no puede ver el truco porque tiene los ojos cerrados, no importa, puede tocarlo también. — Entonces el chiquillo vino a ponerme en la mano lo que para mi cerebro era un pene adulto: grande, gordo, duro, latiendo en la palma de mi mano; lo palpé sin abrir los ojos, reconociendo que en efecto era un pene vivo, pero no podía ser, por ningún motivo el pene de un niño de 12 años y medio con 1.40 metros de estatura. — Ya nada mas va a poder sentir como acaba el truco, pero antes de ponerse así es realmente pequeño. Mama dice que es porque estoy creciendo en desorden, pero a mi hermana le parece maravilloso que desde ahora tenga este tamaño. ¿Usted que opina?
En ese momento yo ya no pensaba con claridad. — Ayúdame con los calzones y déjame ver eso que tienes ahí — entonces abrí los ojos y constaté que, en efecto, no era ningún truco, que aquel miembro perfecto de 8 pulgadas de largo y del grueso de mi muñeca, estaba pegado de nacimiento al cuerpo del chico. Mientras yo palpaba y estimulaba aquel miembro delicioso, Bobby recorrió la tela de mis calzones de baño y Spanky alcanzo por fin lo que tanto buscaba. — Esto no esta bien… pero se siente muy bien.
— Buen chico, buen chico — repetía Bobby a su perro maravilla — Pussy Spanky, pussy. — y el perro se comía mi concha fervorosamente, enloqueciéndome por completo, al mismo tiempo yo estimulaba el miembro gigante en mi mano repitiendo en mi mente que eso no estaba bien aunque se sintiera tan bien.
— Esto es solo la mitad del truco de Spanky, ¿quiere ver que más puede hacer?
— No espera, estoy a punto de terminar — respondí, entonces Bobby tubo la maravillosa idea de sacar uno de mis senos del sujetador del traje de baño y oprimir deliciosamente mi pezón — chupalo, chupame las tetas Bobby.
El chico ni tardo ni perezoso me saco ambas tetas del traje de baño y mientras con una mano estimulaba un pezón, chupaba el otro como si en ello le fuera la vida. Entonces explote en un delicioso y acuoso orgasmo en el hocico del perro, quien nunca dejo de lamer desde la puerta de mi culo hasta la punta de mi clítoris.
— A Spanky le encanta el sabor de esa agua que sale de ustedes las mujeres cuando “terminan”. ¿Porque no se baja los calzones y deja que el también termine?
— ¿Como dices Bobby? ¿Quieres que también Spanky termine?
— Todos podemos terminar al mismo tiempo, pero debe de dejarme decirle como.
— ¿Y como es que tu sabes tanto niñito?
— Se supone que no debo decirlo, — respondió dudando por un momento — pero usted me gusta y me inspira confianza, así que se lo diré: mi hermana me ha enseñado todo lo que se sobre estos trucos desde que mi pene empezó a crecer a los 10 años y se me puso así. — dijo señalando con las cejas el arma que seguía en mi mano exactamente igual de turgente que al principio — Es muy divertido porque pasamos mucho tiempo solo los dos, así que buscamos como ir matando el tiempo y ella tiene muy buenas ideas, y podemos jugar con Spanky también.
— ¿A sí?, y dime, ¿como es que juegan los tres juntos?
— Venga le enseñó como.
Entonces cambiamos de posición quedando el sentado en la silla con los calzoncillos en los tobillos; yo, con los calzones resbalados debajo de mi trasero y en cuatro patas, con las nalgas paradas y el perro detrás de mí. Una vez colocados en posición Bobby volvió a darle la orden a Spanky y el perro vino hasta mi trasero con su lengua incansable; yo tome con una mano el miembro de Bobby, sopesándolo maravillada: era un espécimen de verga perfecto y delicioso, y con mi otra mano estimulaba mis pezones de esa manera que solo yo se hacer para encender nuevamente mi motor. Fue entonces cuando me deje llevar por el momento y envalentonada por toda la experiencia de mis años en el sexo, abrí la boca y me metí aquel pito hasta el fondo de la garganta de una sola estocada. Y comencé a mamarlo con todas mis ganas pues esa belleza de espécimen se lo estaba mereciendo.
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